sábado, 28 de mayo de 2016

Domingo IX del Tiempo Ordinario. Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 9, 11b-17

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del Reino de Dios, y curó a los que lo necesitaban. Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle:

Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida; porque aquí estamos en descampado.

Él les contestó:

Dadles vosotros de comer.

Ellos replicaron:

No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.

Porque eran unos cinco mil hombres. Jesús dijo a sus discípulos:

Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.

Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Palabra del Señor.

Historia de la celebración de Corpus Cristi

El significado del Corpus Christi (traducción del latín: Cuerpo de Cristo), también conocido como Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo o como Corpus Domini ( equivalente a Cuerpo del Señor) se destina a celebrar la Eucaristía. La celebración se lleva a cabo el jueves que le sigue al octavo domingo después del Domingo de Resurrección.

Los orígenes de su celebración festiva se remontan hacia el siglo XIII, momento en que la monja agustiniana Juliana de Lieja comienza a realizar enérgicas peticiones para la celebración del Corpus Christi. Juliana de Lieja afirmaba que desde su juventud, Dios la habría instruido para que un día ella pudiera establecer la festividad del Cuerpo de Dios, solicitando entonces a numerosas personalidades de la iglesia, hasta llegar al Papa Urbano IV.

Urbano IV, amante de la Eucaristía, publicó la bula “Transiturus” el 8 de septiembre de 1264, en la cual, después de haber ensalzado el amor de nuestro Salvador expresado en la Santa Eucaristía, ordenó que se celebrara la solemnidad de “Corpus Christi” en el día jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, al mismo tiempo otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la santa misa y al oficio. Este oficio, compuesto por el doctor angélico, Santo Tomás de Aquino, por petición del Papa, es uno de los más hermosos en el breviario Romano y ha sido admirado aun por Protestantes.


LAUDA SION

Alaba, alma mía a tu Salvador; alaba a tu guía y pastor con himnos y cánticos.
Pregona su gloria cuanto puedas, porque Él está sobre toda alabanza, y jamás podrás alabarle lo bastante.

El tema especial de nuestros loores es hoy el pan vivo y que da vida.
El cual se dio en la mesa de la sagrada cena al grupo de los doce apóstoles in género de duda.
Sea, pues, llena, sea sonora, sea alegre, sea pura la alabanza de nuestra alma.
Pues celebramos el solemne día en que fue instituído este divino banquete.
En esta mesa del nuevo rey, la pascua nueva de la nueva ley pone fin a la pascua antigua.
Lo viejo cede ante lo nuevo, la sombra ante la realidad, y la luz ahuyenta la noche.
Lo que Jesucristo hizo en la cena, mandó que se haga en memoria suya.
Instruídos con sus santos mandatos, consagramos el pan y el vino, en sacrificio de salvación.
Es dogma que se da a los cristianos, que el pan se convierte en carne, y el vino en sangre.
Lo que no comprendes y no ves, una fe viva lo atestigua, fuera de todo el orden de la naturaleza.
Bajo diversas especias, que son accidente y no substancia, están ocultos los dones más preciados.
Su carne es alimento y su sangre bebida; mas Cristo está todo entero bajo cada especie.
Quine lo recibe no lo rompe, no lo quebranta ni lo desmembra; recíbese todo entero.
Recíbelo uno, recíbenlo mil; y aquél lo toma tanto como éstos, pues no se consume al ser tomado.
Recíbenlo buenos y malos; mas con suerte desigual de vida o de muerte.
Es muerte para los malos, y vida para los buenos; mira cómo un mismo alimento produce efectos tan diversos.
Cuando se divida el Sacramento, no vaciles, sino recuerda que Jesucristo tan entero está en cada parte como antes en el todo.
No se parte la sustancia, se rompe sólo la señal; niel ser ni el tamaño se reducen de Cristo presente.
He aquí el pan de los ángeles, hecho viático nuestro; verdadero pan de los hijos, no lo echemos a los perros.
Figuras lo representaron: Isaac fue sacrificado; el cordero pascual, inmolado; el maná nutrió a nuestros padres.
Buen pastor, pan verdadero, ¡oh Jesús!, ten piedad. Apaciéntanos y protégenos; haz que veamos lo bienes en la tierra de los vivientes.
Tú, que todo lo sabes y puedes, que nos apacientas aquí siendo aún mortales, haznos allí tus comensales, coherederos y compañeros de los santos ciudadanos.
Amen.
Santo Tomás de Aquino.



Fueron los monjes cistercienses los mayores impulsores de esta devoción y culto a la Eucaristía. Una serie de hechos prodigios como los famosos casos de las formas incorruptas de San Juan de las Abadesas, en Gerona, de los corporales de Daroca, ciudad de la provincia de Zaragoza, o los de Bolsena, en el Lazio italiano, y que se conservan en la catedral de Orvieto, "el más hermoso monumento de la arquitectura polícroma", serán también decisivos, según la tradición, en la instauración y desarrollo de esta festividad.

En España las ciudades de Barcelona, Gerona, Vic, Valencia, Calahorra fueron las primeras ciudades de España en sumarse a la celebración del Corpus. Con todo, ya antes, en otros lugares de nuestro país, había hermosísimas manifestaciones de piedad eucarística.

Le cabe el honor a la ciudad de Guadalajara de ser uno de los primeros lugares de nuestra nación al que se refieren las crónicas medievales con respecto al Corpus. Así, consta ya que en el siglo XIII, la capital provincial alcarreña rindía culto público y solemne al misterio de la Eucaristía.




viernes, 20 de mayo de 2016

Normas de seguridad para la JMJ Cracovia 2016

Para nuestros jóvenes que dentro poco realizarán la peregrinación a Polonia con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, podeis ir estando al día visitando la pagina oficial http://www.krakow2016.com
para mas información pinchar aquí

Domingo después de Pentecostés La Santísima Trinidad

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 16, 12-15


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de los mío y os lo anunciará.

Palabra del Señor.


¿Por qué hacemos la genuflexión?





«Arrodillarse, estar de pie ante el Señor, fijar la mirada en el Crucificado, detenerse y recogerse en silencio, no son secundarios, sino que nos ayudan a ponernos interiormente con toda la persona en relación con Dios» (Audiencia General 08 Agosto 2.012. Benedicto XVI)












fuente: Catholic Stuff




Festividad de la Santísima Trinidad

Comenzó a celebrarse en torno al año 1000. Posiblemente fueron los monjes los que asignaron el domingo después de pentecostés para su celebración. Las iglesias comenzaron a seguir el ejemplo de los benedictinos y los cistercienses, y, en los dos siglos siguientes, la celebración se extendió por toda Europa. Roma, siempre tan conservadora en cuestión de liturgia, tardó en admitir la nueva fiesta. Por fin, en 1334, el papa Juan XXII la introdujo como fiesta de la Iglesia universal.

Lo que adoramos, en la celebración de ésta fiesta, es el Dios vivo, el Dios en que vivimos, nos movemos y existimos. Por el bautismo participamos en la vida de Dios. La gracia bautismal nos incorpora a Cristo, nos llena con su Espíritu, nos hace hijos de Dios. El Padre viene fortaleciéndonos con su poder; el Hijo, iluminándonos con su sabiduría; el Espíritu Santo, con su bondad llena de amor nuestros corazones.

La Santísima Trinidad es ciertamente un misterio, pero un misterio en el cual nosotros estamos inmersos.

El famoso icono ruso de la Trinidad pintado por Rublev. Representa la escena descrita en Gén 18,1-18 en la que Yavé se aparece a Abrahán bajo la forma de tres ángeles. Es éste un hermoso retrato místico de la Trinidad, en el que la distinción de las personas y sus relaciones mutuas se transmiten utilizando gran delicadeza de colores y formas.

Podemos decir que no existe en ninguna parte nada parecido, en cuanto al poder de síntesis teológica, a la riqueza del simbolismo y a la belleza artística.

Rublev se inspiró en el pasaje de Gn 18,1-10, conocido como “la hospitalidad de Abraham”.
Aparecen tres ángeles frente a la tienda de Abraham, en el encinar de Mambré. Se lavan los pies, se reponen del camino. Comen la comida que Sara y Abraham les ofrecen generosamente. Anuncian un nacimiento inesperado (siempre que hay un encuentro en torno a una mesa se produce un nuevo nacimiento) Abraham es viejo y no tiene hijos, a pesar de la reiterada promesa de Yahvé.

El comentario litúrgico lo descifra: “bienaventurado Abraham, tú los has visto, has recibido a la divinidad una y trina”. Y la supresión de las figuras de Abraham y Sara invita a penetrar más profundamente y a pasar al segundo plano, el de la “economía divina”.Los tres peregrinos celestes forman “el consejo eterno” y el paisaje cambia de significado: la tienda de Abraham se convierte en el palacio-templo; la encina de Mambré, en el árbol de la vida; el cosmos, en una copa esquemática de la naturaleza, signo ligero de su presencia. El ternero ofrecido como alimento hace sitio a la copa eucarística. 

Se pueden distinguir tres planos superpuestos: 

Los tres ángeles, ligeros y esbeltos, nos muestran cuerpos muy alargados (catorce veces la cabeza en vez de siete, que es la dimensión normal). Las alas de los ángeles, así como la manera esquemática de tratar el paisaje, san la impresión inmediata de lo inmaterial, la ausencia de gravedad. La perspectiva invertida elimina la distancia, la profundidad donde todo desaparece en la lejanía y, mediante el efecto contrario, acerca las figuras, muestra que Dios está ahí y que está en todas partes.

Las tres personas están conversando – y el tema podría ser el texto de Juan: “Dios ha amado al mundo de tal manera que le ha dado a su hijo único” Ahora bien, la Palabra de Dios siempre es acto: toma la figura sacrificial de la copa.

El tercer plano intra-divino sólo está sugerido, es trascendente e inaccesible. Sin embargo está presente, en tanto que la economía de la salvación fluye de la vida interior de Dios.

Dios es amor en sí en su esencia trinitaria, y su amor hacia el mundo sólo es el reflejo de su amor trinitario. El don de sí, que nunca es una falta, sino la expresión de la superabundancia del amor, está representado por la copa; los ángeles están agrupados alrededor del alimento divino. Los últimos trabajos de restauración han descubierto el contenido de la copa. La capa de pintura posterior que representaba un racimo, escondía el dibujo inicial: el cordero- que une esta comida celeste a la palabra del Apocalipsis- ha sido inmolado antes de la fundación del mundo. ( ver cita.....) El amor, el sacrificio, la inmolación, preceden al acto de la creación del mundo, están en su origen.

Los tres ángeles están en reposo que es la paz suprema del ser en sí; pero este reposo es embriagador, es un auténtico éxtasis, “la salida en sí misma”. San Gregorio de Nisa revela este misterio: “Es la mayor paradoja que la estabilidad y el movimiento estén en el mismo elemento.”

El movimiento parte del pie izquierdo del ángel de la derecha, continúa en la inclinación de su cabeza, pasa al ángel de en medio, arrastra irresistiblemente el cosmos: la roca, el árbol, y se resuelve en la posición vertical de del ángel de la izquierda, donde entra en reposo, como en un receptáculo.

De la concepción de los ángeles de Rublëv se desprende la unidad y la igualdad – se podría confundir un ángel con otro -; la diferencia viene de la actitud personal de cada uno hacia los otros, y, sin embargo no hay ni repetición ni confusión. El oro rutilante sobre los iconos designa siempre la divinidad, su superabundancia. Un solo Dios y tres personas perfectamente iguales es lo que expresan los cetros idénticos, símbolos del poder real de que está dotado cada ángel.

La igualdad perfecta de los ángeles está tan fuertemente expresada que no existe regla alguna para definir la Persona divina representada en la figura de cada ángel. Para identificar a cada ángel se encuentra un testimonio importante en San Esteban de Pern, contemporáneo de Rublëv y amigo de San Sergio. En su misión entre los zirianos Esteban trae un icono de la Trinidad con la misma composición que el de Rublëv. Alrededor de cada ángel se lee una inscripción en lengua ziriana: el ángel de la izquierda lleva el nombre de Py (Hijo) el de la derecha (Puiltos) Espíritu Santo y el del centro (Aï) Padre.

Cada persona tiene su signo indicado por los otros, que orientan la mirada hacia estos emblemas. Detrás del padre se encuentra el árbol de la vida, fuente. El cetro de Cristo señala la casa, iglesia, cuerpo de Cristo. El Espíritu se destaca en el trasfondo de las “rocas escalinadas”: la montaña, la cámara alta, el tabor, la elevación, el éxtasis, el aliento de los espacios y de las cumbres proféticas.

Formas geométricas de la composición: son rectángulo, cruz, triángulo y círculo.
Rectángulo: En las concepciones de la época, la tierra era octogonal, y el rectángulo es el jeroglífico de la tierra que vemos en la parte inferior de la mesa. La parte superior de la mesa también es rectangular. El rectángulo expresa los cuatro lados del mundo, los cuatro puntos cardinales, que en los Padres de la iglesia eran la cifra simbólica de los cuatro evangelios en su plenitud, a la que no se le puede añadir ni suprimir nada; es el signo de la universalidad de la Palabra. Esta parte superior de la mesa-altar representa la Biblia ofreciendo la copa, fruto de la Palabra.

Las manos de los ángeles convergen en el signo de la tierra, ésta es el punto de aplicación del amor divino. El mundo está más acá de Dios como un ser de naturaleza diferente, pero incluido en el círculo sagrado de la comunión del Padre.

La cruz: Según la tradición del árbol de la vida se extrajo la madera de la cruz. Su figura es el eje invisible, pero el más evidente de la composición. Esta divide al icono en dos y se cruza con la línea horizontal que une los círculos luminosos de los ángeles de los lados y forma la cruz.  La cruz se inscribe en el círculo sagrado de la vida divina, es el eje vivo del amor trinitario.

El triángulo: Si se unen los extremos de la mesa al punto que se encuentra justo sobre la cabeza del ángel del centro, se puede ver que los ángeles se sitúan exactamente en un triángulo equilátero. Esto significa la unidad e igualdad de la trinidad.

El círculo: la línea trazada siguiendo los contornos exteriores de los tres ángeles forma un círculo perfecto, símbolo de la eternidad divina. El centro de este círculo está en la mano del Padre el Pantocrator.

PADRE

El poder del amor del Padre se manifiesta en la mirada del ángel del centro. El es amor y precisamente solo puede revelarse en la comunión y puede ser conocido como comunión. ( “Nadie viene al Padre sino por mi” Jn 14,6) es la más conmovedora revelación de la naturaleza misma del amor. No se puede tener ningún conocimiento de Dios fuera de la comunión entre el hombre y Dios, y esta es siempre trinitaria e inicia en la comunión entre el Padre y el Hijo. Hace comprender por qué el Padre no se revela nunca directamente. El icono muestra esta comunión cuya morada viva es la copa.

Las líneas del lado derecho del ángel central se amplifican a medida que se acercan al ángel de la izquierda. En el lenguaje simbólico de las líneas, las curvas convexas designan siempre la expresión, la palabra, el despliegue, la revelación; y por el contrario, las curvas cóncavas significan obediencia atención, abnegación, receptividad. El Padre está vuelto hacia el Hijo. Le habla. El movimiento que recorre su ser es el éxtasis. Se expresa enteramente en el Hijo: “El Padre está en mi. Todo lo que el Padre tiene es mío”.

HIJO

El Hijo escucha, las parábolas de su vestido muestran la atención suprema, el abandono de sí.
El también renuncia así mismo para ser solo Verbo de su Padre. “las palabras que yo os digo, no las digo por mí mismo; el Padre que habita en mí es quien realiza sus propias obras”.  Su mano derecha reproduce el gesto del Padre: la bendición.

ESPIRITU SANTO

La dulzura del ángel de la derecha tiene algo de maternal. ( Ruah= el espíritu en las lenguas semíticas es femenino. Los textos sirios lo llaman a menudo el consolador: Consoladora). Es el consolador, pero también es el Espíritu: el Espíritu de la vida. Es el que da la vida y de quien todo se origina. Ppor su inclinación y el impulso de todo su ser, está en medio del Padre y del Hijo: es el Espíritu de la comunión. El movimiento parte del él.

Con una tristeza inefable, dimensión divina del Ágape, el Padre inclina su cabeza hacia el hijo. Parece que habla del cordero inmolado cuyo sacrificio culmina en el cáliz que bendice. La posición vertical del Hijo traduce toda su atención, su rostro está como cubierto por la sombra de la cruz; pensativo, manifiesta su acuerdo con el mismo gesto de la bendición. Si la mirada del Padre, en su profundidad sin fondo, contempla el único camino de la salvación, la elevación apenas perceptible de la mirada del Hijo traduce su consentimiento. El Espíritu Santo se inclina hacia el Padre; está sumergido en la contemplación del misterio, su brazo tendido hacia el mundo muestra el movimiento descendente, Pentecostés.

Colores

Los colores en la iconografía poseen su propia lengua. En Rublëv alcanzan una riqueza inigualable, una armonía musical plena con toda la gama de los más finos matices. Sin embargo no hay efectos policromáticos, pues nada viene a turbar la profundidad del recogimiento divino. La densidad de los colores de la figura central se realza por el contraste con la blancura de la mesa y se refleja en el tornasol sedoso de los ángeles que lo rodean.

El púrpura oscuro (el amor divino) y el denso azul (la verdad celeste) con el oro rutilante de las alas (la abundancia divina) forman una armonía perfecta que se perpetúa y se vuelve a encontrar en una tonalidad dulcificada como una revelación matizada: rosa pálido y lila a la izquierda, azul más suave y verde plateado a la derecha.

El oro de los tronos, asiento divino, habla de la superabundancia de la vida trinitaria.
El azul llamado “azul de Rubëv” traduce el color del cielo de la Trinidad y del Paraíso.

De lejos esta composición da la impresión de una llama roja y azul. Todo arde e el aire resplandeciente del mediodía. “Quien está cerca de mi está cerca del fuego”.

Una poderosa llamada se desprende del icono: “Sed uno, como el Padre y yo somos uno”. Todos los hombres son llamados a reunirse alrededor de la misma y única copa, a ascender hasta el nivel del corazón divino y tomar parte en la comida mesiánica.

La visión termina con una nota escatológica: es una anticipación del Reino de los cielos añada por la luz que no es de este mundo, por el hecho de que la Trinidad existe y nos ama. La sorpresa brota del alma pero se calla. Los místicos nunca hablan de la cumbre, sólo el silencio la descubre.

Los textos de la misa declaran no lo que Dios ha ocultado al hombre, sino lo que le ha revelado. A través de las Escrituras aprendemos quién es Dios. Es un Dios de amor. En la lectura del Antiguo Testamento para el ciclo A tenemos la maravillosa revelación a Moisés en el monte Sinaí: "Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad". En el evangelio de san Juan para el mismo ciclo, Jesús dice a Nicodemo: "Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna".

La vida de la comunidad cristiana debería ser un reflejo de la comunidad de vida de la Santísima Trinidad. En la segunda lectura del ciclo A, san Pablo exhorta a los corintios: "Tened un mismo sentir y vivid en paz, y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros". Se da testimonio de Dios y se lo reconoce en las comunidades donde hay unidad de mente y corazón y se practica la tolerancia. San Pablo cierra su exhortación con una bendición hermosa: "La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros".

También se encuentra en la misa el tema de la revelación. La oración colecta nos indica que por Jesucristo y por su Espíritu se nos da la capacidad de conocer los misterios de la vida de Dios. El prefacio, que es la fórmula más antigua de esta misa (del siglo V o del VI), declara: "Lo que creemos de tu gloria, porque tú lo revelaste, lo afirmamos también de tu Hijo y también del Espíritu Santo".

Creemos en un Dios, pero nuestro Dios no es solitario ni aislado. Es un Dios que desea compartir su vida; es pura bondad, y la propiedad de la bondad es comunicarse. El creó el universo e hizo al hombre a su imagen y semejanza. Entró en diálogo con sus criaturas, eligió a Israel y estableció con él una alianza. Por eso Moisés pregunta en la lectura del Deuteronomio (ciclo B): "¿Hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo...? ¿Algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras?"

No, no es un Dios remoto. En la lectura del libro de los Proverbios (ciclo C), la sabiduría personificada grita: "Yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en 'su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres". Dios está tan cerca de nosotros, por su Espíritu, que bien podemos gritar: "Abba, Padre" (lectura segunda, ciclo B); su amor ha sido derramado en nuestros corazones por ese mismo Espíritu (lectura de la carta a los Romanos, ciclo C).



fuentes: http://www.dominicos.orghttp://www.mercaba.orghttps://www.aciprensa.com



sábado, 14 de mayo de 2016

DOMINGO DE PENTECOSTES

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: 
Paz a vosotros
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 
Jesús repitió: 
Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. 
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. 

Palabra del Señor.


La historia de Pentecostés









fuente: http://www.danstevers.com




lunes, 9 de mayo de 2016

Baba Yeti. Padre Nuestro en Swahili. Alex Boyé, BYU Men's Chorus



Baba yetu uliye (Padre nuestro)
mbinguni yetu, yetu (en el cielo, nuestro, nuestro)
Amina! baba yetu, yetu, uliye (Amen! Padre nuestro)
Jina lako milele litukuzwe (Bendito es tu nombre para siempre)
Utupe leo chakula chetu (Danos hoy nuestra comida)
Tunachohitaji (La necesitamos)
Utusamehe makosa yetu, hey! (Perdona nuestros errores)
kama nasi tunavyowasamehe waliotukosea (Así como nosotros perdonamos a los que nos hicieron daño)
Usitututie katika majaribu lakini (No nos dejes caer en la tentación pero)
Utuokoe na yule milele na yule (Líbranos del mal para siempre)
Ufalme wako ufike (Que tu reino llegue)
utakalo lifanyike duniani kama mbinguni (Así en la tierra como en el cielo)
Amina! (Amen!)


fuente: http://es.aleteia.org

viernes, 6 de mayo de 2016

VII DOMINGO DE PASCUA SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24, 46-53


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.
Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo). Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Palabra del Señor


domingo, 1 de mayo de 2016

Si queremos descubrir en toda su riqueza la relación íntima que une Iglesia y Eucaristía, no podemos olvidar a María, Madre y modelo de la Iglesia.

En la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, presentando a la Santísima Virgen como Maestra en la contemplación del rostro de Cristo, he incluido entre los misterios de la luz también la institución de la Eucaristía.

Efectivamente, María puede guiarnos hacia este Santísimo Sacramento porque tiene una relación profunda con él.

San Juan Pablo II
Ecclesia de Eucharistia 53

¿Como se financia la Iglesia?


La financiación de la Iglesia católica en España se consigue gracias al Fondo Común Interdiocesano que es, como su propio nombre indica, un fondo común desde el que se reparte solidariamente el dinero de la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta. Este dinero distribuido solidariamente entre todas las diócesis españolas de forma que las que menos posibilidades más reciben proporcionalmente, supone de media el 25% de la financiación básica de las diócesis españolas, aunque depende del tamaño de cada diócesis llegando a suponer hasta el 70% de los recursos de las diócesis más pequeñas. Este fondo se obtiene de dos fuentes principales: las aportaciones directas de los fieles y la Asignación Tributaria.
Las aportaciones directas y voluntarias de los fieles se obtienen por diferentes cauces como colectas, donativos, legados, herencias. Con todo, es la suscripción periódica (mensual, trimestral, semestral o anual) la que se constituye como el modelo más deseable de sostenimiento de la Iglesia, ya que gracias a esta periodicidad en la financiación se puede administrar el presupuesto de forma más eficaz para ir afrontando los distintos problemas que día a día van surgiendo en las distintas diócesis de nuestro país. Las aportaciones directas y voluntarias de los fieles son la principal fuente de financiación de las diócesis y suponen más de un tercio de los recursos disponibles. En el año 2013 llegaron al 36% del total de los recursos (aumentando un 4%).
En cuanto a la asignación tributaria, podemos decir que, desde que se estableció el nuevo sistema de Asignación Tributaria en 2007, ha variado en medio punto y siempre con tendencia sostenida al alza, el porcentaje de "X" a favor de la Iglesia católica. A pesar de estar todavía en una situación económica desfavorable, en 2013 ascendió el número de personas que quisieron colaborar con la Iglesia a través de la Declaración de la Renta (34,88% de declaraciones).
Por su parte, el patrimonio eclesiástico supone una fuente de riqueza y valor para toda la sociedad española. Más de 40.000 entidades católicas gestionan dicho patrimonio autónomamente. No obstante, el indiscutible valor de dicho patrimonio obliga a su continua conservación y rehabilitación, lo que también supone importantes gastos. Este hecho se aprecia en un reciente estudio en el que se muestra que el gasto en conservación de edificios y construcción de nuevos templos que han supuesto un 29% del presupuesto anual de las diócesis españolas en los años estudiados (2010-2012).
Durante el año 2013 han recibido ayuda económica de la casilla de la renta de la Iglesia 56 proyectos de construcción de templos y 332 proyectos de rehabilitación. Alcanzando un total de 63,6 millones de euros y en lo referente a nuevos templos 24 millones. 
La Iglesia también presenta otras fuentes de financiación entre las que se encuentran subvenciones otorgadas en convocatorias públicas o algunas actividades económicas, que vienen a complementar en un 19% el presupuesto que la diócesis destina a fines muy variados y amplios.
En el periodo 2011-2013 más de la mitad de los gastos del conjunto de las diócesis españolas fueron gastos pastorales y asistenciales. Los gastos de conservación de edificios y gastos de funcionamiento han supuesto para las diócesis más de un tercio del sus gastos ordinarios.


para mayor información visita fuente en: http://www.portantos.es

Mayo mes de María

Mayo es el mes de las flores, de la primavera. Muchas familias esperan este mes para celebrar la fiesta por la recepción de algún sacramento de un familiar. También, Mayo es el mes en el que todos recuerdan a su mamá (el famoso 10 de Mayo) y las flores son el regalo más frecuente de los hijos para agasajar a quien les dio la vida.

Por otro lado, todos saben que este mes es el ideal para estar al aire libre, rodeado de la belleza natural de nuestros campos. Precisamente por esto, porque todo lo que nos rodea nos debe recordar a nuestro Creador, este mes se lo dedicamos a la más delicada de todas sus creaturas: la santísima Virgen María, alma delicada que ofreció su vida al cuidado y servicio de Jesucristo, nuestro redentor.

Celebremos, invitando a nuestras fiestas a María, nuestra dulce madre del Cielo.

¿Qué se acostumbra hacer este mes?
  • Recordar las apariciones de la Virgen.  En Fátima, Portugal; en Lourdes, Francia y en el Tepeyac, México (La Guadalupe) la Virgen entrega diversos mensajes, todos relacionados con el amor que Ella nos tiene a nosotros, sus hijos.
  • Meditar en los cuatro dogmas acerca de la Virgen María que son:
  1.  Su inmaculada concepción: A la única mujer que Dios le permitió ser concebida y nacer sin pecado original fue a la Virgen María porque iba a ser madre de Cristo.
  2.  Su maternidad divina: La Virgen María es verdadera madre humana de Jesucristo, el hijo de Dios.
  3.  Su perpetua virginidad: María concibió por obra del Espíritu Santo, por lo que siempre permaneció virgen.
  4.  Su asunción a los cielos: La Virgen María, al final de su vida, fue subida en cuerpo y alma al Cielo.
  • Recordar y honrar a María como Madre de todos los hombres.
María nos cuida siempre y nos ayuda en todo lo que necesitemos. Ella nos ayuda a vencer la tentación y conservar el estado de gracia y la amistad con Dios para poder llegar al Cielo. María es la Madre de la Iglesia.
  • Reflexionar en las principales virtudes de la Virgen María.
María era una mujer de profunda vida de oración, vivía siempre cerca de Dios. Era una mujer humilde, es decir, sencilla; era generosa, se olvidaba de sí misma para darse a los demás; tenía gran caridad, amaba y ayudaba a todos por igual; era servicial, atendía a José y a Jesús con amor; vivía con alegría; era paciente con su familia; sabía aceptar la voluntad de Dios en su vida.
  • Vivir una devoción real y verdadera a María.
Se trata de que nos esforcemos por vivir como hijos suyos. Esto significa:
  1. Mirar a María como a una madre: Platicarle todo lo que nos pasa: lo bueno y lo malo. Saber acudir a ella en todo momento.
  2. Demostrarle nuestro cariño: Hacer lo que ella espera de nosotros y recordarla a lo largo del día.
  3. Confiar plenamente en ella: Todas las gracias que Jesús nos da, pasan por las manos de María, y es ella quien intercede ante su Hijo por nuestras dificultades.
  4. Imitar sus virtudes: Esta es la mejor manera de demostrarle nuestro amor.
  • Rezar en familia las oraciones especialmente dedicadas a María.
La Iglesia nos ofrece bellas oraciones como la del Ángelus (que se acostumbra a rezar a mediodía), el Regina Caeli, la Consagración a María y el Rosario.
Varias oraciones Marianas
  • Cantar las canciones dedicadas a María
Que nos ayudan a recordar el inmenso amor de nuestra madre a nosotros, sus hijos
  • Treinta días de oración a la Reina del Cielo
  • La Anunciación
  • La Visita a su prima Isabel
  • El Nacimiento de Cristo
  • La Presentación del Niño Jesús en el templo 
  • El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
  • Las Bodas de Caná
  • María al pie de la cruz.


fuente: http://es.catholic.net

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA XXIV JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2016

Confiar en Jesús misericordioso como María: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5)

Queridos hermanos y hermanas:
La XXIV Jornada Mundial del Enfermo me ofrece la oportunidad de estar especialmente cerca de vosotros, queridos enfermos, y de todos los que os cuidan.

Debido a que este año dicha Jornada será celebrada solemnemente en Tierra Santa, propongo meditar la narración evangélica de las bodas de Caná (Jn 2,1-11), donde Jesús realizó su primer milagro gracias a la mediación de su Madre. El tema elegido, «Confiar en Jesús misericordioso como María: “Haced lo que Él os diga”» (Jn 2,5), se inscribe muy bien en el marco del Jubileo extraordinario de la Misericordia. La Celebración eucarística central de la Jornada, el 11 de febrero de 2016, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes, tendrá lugar precisamente en Nazaret, donde «la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14). Jesús inició allí su misión salvífica, aplicando a sí mismo las palabras del profeta Isaías, como dice el evangelista Lucas: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19).
La enfermedad, sobre todo cuando es grave, pone siempre en crisis la existencia humana y nos plantea grandes interrogantes. La primera reacción puede ser de rebeldía: ¿Por qué me ha sucedido precisamente a mí? Podemos sentirnos desesperados, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido…

En esta situación, por una parte la fe en Dios se pone a prueba, pero al mismo tiempo revela toda su fuerza positiva. No porque la fe haga desaparecer la enfermedad, el dolor o los interrogantes que plantea, sino porque nos ofrece una clave con la que podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo; una clave que nos ayuda a ver cómo la enfermedad puede ser la vía que nos lleva a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado cargado con la cruz. Y esta clave nos la proporciona María, su Madre, experta en esta vía.

En las bodas de Caná, María aparece como la mujer atenta que se da cuenta de un problema muy importante para los esposos: se ha acabado el vino, símbolo del gozo de la fiesta. María descubre la dificultad, en cierto sentido la hace suya y, con discreción, actúa rápidamente. No se limita a mirar, y menos aún se detiene a hacer juicios, sino que se dirige a Jesús y le presenta el problema tal como es: «No tienen vino» (Jn 2,3). Y cuando Jesús le hace presente que aún no ha llegado el momento para que Él se revele (cf. v. 4), dice a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga» (v. 5). Entonces Jesús realiza el milagro, transformando una gran cantidad de agua en vino, en un vino que aparece de inmediato como el mejor de toda la fiesta. ¿Qué enseñanza podemos obtener del misterio de las bodas de Caná para la Jornada Mundial del Enfermo?

El banquete de bodas de Caná es una imagen de la Iglesia: en el centro está Jesús misericordioso que realiza la señal; a su alrededor están los discípulos, las primicias de la nueva comunidad; y cerca de Jesús y de sus discípulos está María, Madre previsora y orante. María participa en el gozo de la gente común y contribuye a aumentarlo; intercede ante su Hijo por el bien de los esposos y de todos los invitados. Y Jesús no rechazó la petición de su Madre. Cuánta esperanza nos da este acontecimiento. Tenemos una Madre con ojos vigilantes y compasivos, como los de su Hijo; con un corazón maternal lleno de misericordia, como Él; con unas manos que quieren ayudar, como las manos de Jesús, que partían el pan para los hambrientos, que tocaban a los enfermos y los sanaba. Esto nos llena de confianza y nos abre a la gracia y a la misericordia de Cristo. La intercesión de María nos permite experimentar la consolación por la que el apóstol Pablo bendice a Dios: «¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en cualquier tribulación nuestra hasta el punto de poder consolar nosotros a los demás en cualquier lucha, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios! Porque lo mismo que abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, abunda también nuestro consuelo gracias a Cristo» (2 Co 1,3-5). María es la Madre «consolada» que consuela a sus hijos.

En Caná se perfilan los rasgos característicos de Jesús y de su misión: Él es Aquel que socorre al que está en dificultad y pasa necesidad. En efecto, en su ministerio mesiánico curará a muchos de sus enfermedades, dolencias y malos espíritus, dará la vista a los ciegos, hará caminar a los cojos, devolverá la salud y la dignidad a los leprosos, resucitará a los muertos y a los pobres anunciará la buena nueva (cf. Lc 7,21-22). La petición de María, durante el banquete nupcial, puesta por el Espíritu Santo en su corazón de madre, manifestó no sólo el poder mesiánico de Jesús sino también su misericordia.
En la solicitud de María se refleja la ternura de Dios. Y esa misma ternura se hace presente también en la vida de muchas personas que se encuentran junto a los enfermos y saben comprender sus necesidades, aún las más ocultas, porque miran con ojos llenos de amor. Cuántas veces una madre a la cabecera de su hijo enfermo, o un hijo que se ocupa de su padre anciano, o un nieto que está cerca del abuelo o de la abuela, confían su súplica en las manos de la Virgen. Para nuestros seres queridos que sufren por la enfermedad pedimos en primer lugar la salud; Jesús mismo manifestó la presencia del Reino de Dios precisamente a través de las curaciones: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan» (Mt 11,4-5). Pero el amor animado por la fe hace que pidamos para ellos algo más grande que la salud física: pedimos la paz, la serenidad de la vida que parte del corazón y que es don de Dios, fruto del Espíritu Santo que el Padre no niega nunca a los que se lo piden con confianza.

En la escena de Caná, además de Jesús y su Madre, están también los que son llamados «sirvientes», que reciben de Ella esta indicación: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5). Naturalmente el milagro tiene lugar por obra de Cristo; sin embargo, Él quiere servirse de la ayuda humana para realizar el prodigio. Habría podido hacer aparecer directamente el vino en las tinajas. Sin embargo, quiere contar con la colaboración humana, y pide a los sirvientes que las llenen de agua. Cuánto valora y aprecia Dios que seamos servidores de los demás. Esta es de las cosas que más nos asemeja a Jesús, el cual «no ha venido a ser servido sino a servir» (Mc 10,45). Estos personajes anónimos del Evangelio nos enseñan mucho. No sólo obedecen, sino que lo hacen generosamente: llenaron las tinajas hasta el borde (cf. Jn 2,7). Se fían de la Madre, y con prontitud hacen bien lo que se les pide, sin lamentarse, sin hacer cálculos.
En esta Jornada Mundial del Enfermo podemos pedir a Jesús misericordioso por la intercesión de María, Madre suya y nuestra, que nos conceda esta disponibilidad para servir a los necesitados, y concretamente a nuestros hermanos enfermos. A veces este servicio puede resultar duro, pesado, pero estamos seguros de que el Señor no dejará de transformar nuestro esfuerzo humano en algo divino. También nosotros podemos ser manos, brazos, corazones que ayudan a Dios a realizar sus prodigios, con frecuencia escondidos. También nosotros, sanos o enfermos, podemos ofrecer nuestros cansancios y sufrimientos como el agua que llenó las tinajas en las bodas de Caná y fue transformada en el mejor vino. Cada vez que se ayuda discretamente a quien sufre, o cuando se está enfermo, se tiene la ocasión de cargar sobre los propios hombros la cruz de cada día y de seguir al Maestro (cf. Lc 9,23); y aun cuando el encuentro con el sufrimiento sea siempre un misterio, Jesús nos ayuda a encontrarle sentido.
Si sabemos escuchar la voz de María, que nos dice también a nosotros: «Haced lo que Él os diga», Jesús transformará siempre el agua de nuestra vida en vino bueno. Así, esta Jornada Mundial del Enfermo, celebrada solemnemente en Tierra Santa, ayudará a realizar el deseo que he manifestado en la Bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia: «Este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda favorecer el encuentro con [el Hebraísmo, el Islam] y con las otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocernos y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación» (Misericordiae Vultus, 23). Cada hospital o clínica puede ser un signo visible y un lugar que promueva la cultura del encuentro y de la paz, y en el que la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, así como también la ayuda profesional y fraterna, contribuyan a superar todo límite y división.

Son un ejemplo para nosotros las dos monjas canonizadas en el pasado mes de mayo: santa María Alfonsina Danil Ghattas y santa María de Jesús Crucificado Baouardy, ambas hijas de la Tierra Santa. La primera fue testigo de mansedumbre y de unidad, ofreciendo un claro testimonio de la importancia que tiene el que seamos unos responsables de los otros importante es que seamos responsables unos de otros, de que vivíamos al servicio de los demás. La segunda, mujer humilde e iletrada, fue dócil al Espíritu Santo y se convirtió en instrumento de encuentro con el mundo musulmán.
A todos los que están al servicio de los enfermos y de los que sufren, les deseo que estén animados por el ejemplo de María, Madre de la Misericordia. «La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, a fin de que todos podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios» (ibíd., 24) y llevarla grabada en nuestros corazones y en nuestros gestos. Encomendemos a la intercesión de la Virgen nuestras ansias y tribulaciones, junto con nuestros gozos y consolaciones, y dirijamos a ella nuestra oración, para que vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos, especialmente en los momentos de dolor, y nos haga dignos de contemplar hoy y por toda la eternidad el Rostro de la misericordia, su Hijo Jesús.

Acompaño  esta súplica por todos vosotros con mi Bendición Apostólica.
Dado  en el Vaticano, el 15 de setiembre de 2015
Memoria  de Nuestra Señora de los Dolores.
Francisco



VI Domingo de Pascua

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 14, 23-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
El que me ama guardará mi palabra y mi padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es la mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he
dicho. La Paz os dejo, mi Paz os doy: No os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais os alegraríais de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.

Palabra del Señor.