sábado, 25 de junio de 2016

XIII Domingo del tiempo ordinario

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 9, 51-62



Cuando se completaron los días en que iba de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.

Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.

Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:

"Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?".

Él se volvió y les regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.

Mientras iban de camino, le dijo uno:

"Te seguiré a donde quiera que vayas".

Jesús le respondió:

"Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza".

A otro le dijo:

"Sígueme".

Él respondió:

"Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre".

Le contestó:

"Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios".

Otro le dijo:

"Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa".

Jesús le contestó:

"Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios".


Palabra del Señor.


viernes, 10 de junio de 2016

XI Domingo del tiempo ordinario

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 7, 36-8, 3


En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume, y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:
-«Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora».
Jesús respondió y le dijo:
-«Simón, tengo algo que decirte».
Él contestó:
-«Dímelo, maestro».
Jesús le dijo:
-«Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?»
Respondió Simón y dijo:
-«Supongo que aquel a quien le perdonó más».
Le dijo Jesús:
-«Has juzgado rectamente».
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
-«¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».
Y a ella le dijo:
-«Han quedado perdonados tus pecados».
Los demás convidados empezaron a decir entre ellos:
-«¿Quién es este, que hasta perdona pecados?»
Pero él dijo a la mujer:
-«Tu fe te ha salvado, vete en paz».
Después de esto iba él caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que le servían con sus bienes.

Palabra del Señor.


Las cadenas de oración en los móviles, internet...

Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos” (Mt 18, 19).

Aquí el Señor Jesucristo nos hace ver la importancia de unirnos en la oración por una intención particular; y Él no pone condiciones a la hora de invitar a sus discípulos a ponerse de acuerdo al orar.

Quien quiera unirse a una intención de oración, por ejemplo del Papa, puede hacer la oración que quiera, a la hora y lugar que quiera; así como hacerla solo o acompañado o unido a alguien en la distancia a una hora convenida o no.

Pero hay que saber distinguir la diferencia entre unirse en oración por una intención concreta y real, aunque las personas no se conozcan, y hacer parte de una cadena de oración.

Hoy más que nunca, gracias a internet, se ha incrementado la difusión de cadenas de oración que para lograr unos fines determinados amenazan con un castigo a quien no las siga o tratan de imponer algo.

La Iglesia no acepta que se instrumentalice la oración, quitándole valor e importancia, con fines no santos.
En este sentido las cadenas de oración son censurables, y lo son por dos motivos:

  1. En primer lugar, garantizan desgracia a quien no las haga, o las interrumpa temporal o definitivamente, o no las reenvíe. Y sustentan esta amenaza citando, obviamente, falsos ejemplos o testimonios. Quien advierte estas cosas, en nombre de Dios, es un falso profeta y peca gravemente. Nadie puede ponerse a amenazar en nombre de Dios.
  2. En segundo lugar, estas cadenas engañan pues obligan a la gente a hacer mal uso de la oración, desvirtuándola o banalizándola. Este es el verdadero objetivo de este tipo de cadenas de oración. Y este objetivo se logra con el supuesto gancho del beneficio personal si se participa; en este sentido las cadenas de oración son superstición.
Vincular desgracia, condena o premio a una cadena de oración no va de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia; además el premio y la condena no están en la participación o no en dichas cadenas.
Estas cadenas de oración son una superstición más pues se le atribuye a la simple materialidad de dichas oraciones una eficacia que no tienen.

Nos lo recuerda el catecismo: “Atribuir (a ciertas prácticas) su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición” (n. 2111).

Toda superstición es un serio problema al poner la confianza en prácticas ridículas, siendo de consecuencia una ofensa a Dios en cuanto se desconfía de Él.

La superstición va contra el primer mandamiento de la ley de Dios y es señal clara de que la verdadera fe es inexistente; donde decae la religión crece la superstición.

Así, no solo comete falta quien envía y difunde estas cadenas de oración sino también quien cree en ellas.

De todo lo anterior se desprenden varios errores:

  1. Un primer error es valerse de una supuesta necesidad ajena para beneficio personal.
  2. Otro error de estas cadenas es que son recetas o fórmulas para conseguir resultados en detrimento de la fe. La magia pretende conseguir algo a través de fórmulas que deben realizarse al pie de la letra para obtener el resultado deseado. Y el camino de fe se abandona para entrar en la senda de la magia.
  3. Estas cadenas de oración son un grave error porque “se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias” (Catecismo, 2111).
  4. Otro problema es el asunto de la amenaza por la no realización de una práctica intrascendente: es inaceptable. Esto sugiere tener un miedo infundado a Dios por solicitudes hechas por hombres, que pretenden hablar en su nombre.
  5. Un error más de estas cadenas de oración es la difusión de oraciones e imágenes que contienen errores teológicos. Esto es serio pues las personas que no posean una fe muy sólida y bien fundamentada pueden caer en un error o ahondar en otro, en detrimento de una sana oración y de una correcta relación con Dios.
  6. Un sexto problema de recurrir a estas prácticas y basar la fe en ellas, es el abandono de Dios en detrimento de nuestra salvación. Cuando nos damos cuenta que Dios no responde al agitar nuestra varita mágica, cuando vemos que Dios no cumple lo que le pedimos viene el desencanto y la frustración.
  7. Un séptimo error está en que se quiere “motivar” a los demás a propagar una cadena para conseguir lo anhelado de una manera fácil, rápida y eficaz, aun por encima del cumplimiento de la voluntad de Dios; voluntad que el buen seguidor de Cristo tiene que concretar, aun con esfuerzo, en su diario vivir.
  8. Un último problema, y no menos importante y que no hay que excluir aunque no sea de carácter religioso, es que estas cadenas, cuando son enviadas por e-mail, se usan con frecuencia para buscar información, difundir virus informáticos, etc.
Todo se centra en dos errores: A Dios no se le ponen plazos, ni Él responde a las exigencias que le hacemos; exigencias que le hacemos desconociendo sus planes para con nosotros a través de su divina providencia y sabiduría.

La motivación de la oración a favor de alguien deber ser el amor. Se ora por verdadero amor al hermano o hermana en la fe que sufre.

Y se ora sin olvidar que la oración se debe acomodar a la voluntad de Dios. Nunca podemos presionar a Dios para que Él realice lo que deseamos; la oración simplemente es para ponernos en sus manos, para poner en su corazón amoroso nuestra vida y nuestros destinos, “como un niño en brazos de su madre” (Sal 131, 2).

Debemos tener presente que no podemos manipular a Dios. Él no actúa de acuerdo a la voluntad humana. Dios no es un dispensador de milagros y la relación con Él se basa en la confianza.

Nosotros debemos estar en comunión con Dios en cualquier circunstancia de la vida. Quien confía en Dios lo reconoce como Padre y sabe que el triunfo está asegurado, pero no al estilo de los hombres según una lógica humana.

El que confía en Dios tiene la certeza en su corazón de que la cruz no es el final del camino. El que confía en Dios sabe que aunque las cosas no marchen bien, Él nunca nos desampara.

No se trata de asegurarnos las cosas mediante nuestras acciones, recursos o medios, sino tener la seguridad de sabernos amados por Dios; es importante creer en la paternidad de Dios y en su providencia.

Difundamos el amor de Dios sin condicionamientos como Jesús nos enseñó. La auténtica oración es una solicitud a la omnipotencia de Dios hecha con confianza, pero también con el más absoluto respeto a su voluntad.

Por tanto hay que decir: “No a estas cadenas de oración”. Y que nadie se sienta mal o culpable o en pecado si ignora dichas cadenas.
Sigamos mejor en una vida de discipulado, en obediencia a los mandamientos, en fe, oración y en el amor a Dios y a los demás.


fuente: aleteia.org


Convivencia Final de Curso Grupos de Matrimonio de la Diócesis


Presentación diocesana Exhortación "Amoris Laetitia"


domingo, 5 de junio de 2016

Domingo X del tiempo ordinario

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. 
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: "No llores."
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: 
"¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!"
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. 
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: "Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo." La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

Palabra del Señor.