sábado, 26 de abril de 2014

II DOMINGO DE PASCUA

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19- 31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
Paz a vosotros.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás:
Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
¡Señor Mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.

Palabra del Señor.

sábado, 19 de abril de 2014

VIGILIA PASCUAL 2014


PRIMERA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS 1,1-2,2

Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del Abismo, la tiniebla. Y el Aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas.

Y dijo Dios: Qué exista la luz. Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de las tinieblas: llamó Dios a la luz "Día"; a las tinieblas "Noche"; pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.

Y dijo Dios: Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas: E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y así fue. Y llamó Dios a la bóveda "Cielo". —Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.

Y dijo Dios: Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes. Y así fue. Y llamó Dios a los continentes "Tierra" y a la masa de las aguas la llamó "Mar". Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: Verdee la tierra hierba verde, que engendren semillas y árboles frutales que den fruto según su especie, y que lleven semilla sobre la tierra. Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. —Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.

Y dijo Dios: Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo para dar luz sobre la tierra. Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, y la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de las tiniebla. Y vio Dios que era bueno. -Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.

Y dijo Dios: pululen las aguas un pulular viviente, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo. Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hace pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo diciendo: Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar, que las aves se multipliquen en la tierra. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.

Y dijo Dios: Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno.

Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces de mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.

Y dijo Dios: Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra. A todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento. Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto. Quedaron concluidos el cielo y la tierra y sus ejércitos. Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.

Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL

SALMO 103

R.- ENVÍA TU ESPÍRUTU, SEÑOR, Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA

Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.

Asentaste la tierra sobre tus cimientos,
y no vacilará jamás;
la cubriste con el manto del océano,
y las aguas se posaron sobre las montañas.

De los manantiales sacas los ríos
para que fluyan entre los montes,
junto a ellos habitan las aves del cielo
y entre frondas se oye su canto.

Desde tu morada riegas los montes,
y la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces brotar hierba para los ganados
y forrajes para los que sirven al hombre.

¡Cuántas son tus obras Señor!,
y todas las hiciste con sabidurías,
la tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice, alma mía, al Señor!


SEGUNDA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS 22,1-18

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole:
¡Abrahán!
Él respondió:
Aquí me tienes.

Dios le dijo:
Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moría y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.

Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: "Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar y después volveremos con vosotros."

Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abrahán, su padre: "Padre" Él respondió: "Aquí estoy, hijo mío." El muchacho dijo: "Tenemos fuego y leña, pero ¿dónde está el cordero para el sacrificio?" Abrahán contestó: "Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío."

Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:

¡Abrahán, Abrahán!
Él contestó:
Aquí me tienes.
El ángel le ordenó:
No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, Tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó aquel sitio "El Señor ve", por lo que se dice aún hoy "El monte del Señor ve".

El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu único hijo, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.

Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL

SALMO 15

R.- PROTÉGEME, DIOS MÍO, QUE ME REFUGIO EN TI

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

 Por eso se me alegra el corazón,
se gozan en mies entrañas,
y mi carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua en tu derecha.


TERCERA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DEL ÉXODO 14, 15-15,1

En aquellos días dijo el Señor a Moisés:

¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y todo su ejército, de sus carros y de los guerreros.

Se puso en marcha, el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del Este que secó el mar y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos en medio del mar todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros.

Mientras velaban al amanecer, miró el Señor el campamento egipcio desde la columna de fuego y nube sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente. Y dijo Egipto: “Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto.”

Dijo el Señor a Moisés:

Extiende tu mano sobre el mar y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.

Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios huyendo iban a su encuentro y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por el seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.

Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar: Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este canto al Señor.

Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL

SALMO Ex 15, 1-6, 17-18

R.- CANTARÉ AL SEÑOR, SUBLIME ES SU VICTORIA.

Cantaremos al Señor, sublime es su victoria:
caballos y carros ha arrojado en el mar.

Mi fuerza y mi poder es el Señor, él es mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.

El Señor es un guerrero,
su nombre es el Señor.
Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el Mar Rojo a sus mejores capitanes.

Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible,
tu diestra, Señor, tritura al enemigo.

Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.


CUARTA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 54, 5-14

El que te hizo te tomará por esposa: su nombre es el Señor de los Ejércitos, Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la tierra. Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de juventud, repudiada -dice tu Dios. Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré. En un arrebato de ira te escondí un instante mi rostro, pero con misericordia eterna te quiero -dice el Señor, tu Redentor.

Me sucede como en tiempo de Noé: Juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; así juro no airarme contra ti ni amenazarte. Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia ni mi alianza de paz vacilará -dice el Señor, que te quiere.

¡Oh, afligida zarandeada, desconsolada! Mira, yo mismo coloco tus piedras sobre azabaches, tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de rubí, y puertas de esmeralda, y murallas de piedras preciosas. Tus hijos serán discípulos del Señor, tendrán gran paz tus hijos. Tendrás firme asiento en la justicia. Estarás lejos de la opresión, y no tendrás que temer, y lejos del terror, que no se acercará.

Palabra de Dios



SALMO RESPONSORIAL

SALMO 29

R.- TE ENSALZARÉ, SEÑOR, PORQUE ME HAS LIBRADO

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante, su bondad de por vida;
al atardecer nos visita el llanto,
por la mañana, el júbilo.

Escucha, Señor y ten piedad de mí,
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.


QUINTA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE ISAÍAS 55. 1-11

Así dice el Señor:

Oíd, sedimentos todos, acudid todos por agua, también lo que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta y salario en lo que n o da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme y viviréis.

Sellaré con vosotros la alianza perfecta, la promesa que aseguré a David: a él lo hice mi testigo para los pueblos, caudillo y soberano de naciones; tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; por el Señor, por tu dios, por el santo de Israel que te honra.

Buscad al señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos —Oráculo del Señor.

Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.

Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come; así será mi Palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad, y cumplirá mi encargo.

Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL

SALMO Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6

R.- SACARÉIS AGUA CON GOZO DE LAS FUENTES DE LA SALVACIÓN

El Señor es mi Dios y mi Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
Él fue mi salvación.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.

Tañed para el señor que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión.
“Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”.


SEXTA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE BARUC 3, 9-15. 32—4, 4

Escucha, Israel, mandatos de vida, presta oído para aprender prudencia.

¿A qué se debe, Israel, que estés aún en el país enemigo, que envejezcas en tierras extranjeras, que estés impuro entre los muertos, que te cuenten con los habitantes del Abismo? —Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido el camino de Dios, habitarías en paz para siempre. Aprende dónde encuentra la prudencia, el valor y la inteligencia, así aprenderás dónde se encuentra la vida larga, la luz de los ojos y la paz.

¿Quién encontró su puesto o entró en sus almacenes? El que todo lo sabe la conoce, la examina y la penetra. El que creó la tierra para siempre y la llenó de animales cuadrúpedos; el que manda a la luz, y ella va, y le obedece temblando; a los astros, que velan gozosos en sus puestos de guardia los llama y responden: “Presentes” y brillan gozosos para su Creador.

Él es nuestro Dios y no hay otro frente a Él: investigó el camino del saber y se lo dio a su hijo Jacob, a su amado, Israel. Después apareció en el mundo y vivió entre los hombres. Es el libro de los mandatos de Dios, la ley de la validez eterna: los que guardan, vivirán, los que abandonan, morirán. Vuélvete, Jacob, a recibirla, camina a la claridad de su resplandor; no entregues a otros tu gloria ni tu dignidad a un pueblo extranjero. ¡Dichosos nosotros, Israel, que conocemos lo que agrada al Señor!

Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL

SALMO 18

R.- SEÑOR, TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA

La Ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del señor es límpida
y da luz a los ojos.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y eternamente justos.

Más precioso que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.



SÉPTIMA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE EZEQUIEL 36, 16-28

Me vino esta Palabra del Señor: Cuando la casa de Israel habitaba en su tierra, la profanó con su conducta, con sus acciones, como sangre inmunda fue su proceder ante mí. Entonces derramé mi cólera sobre ellos, por la sangre que habían derramado en el país, por haberlo profanado con sus idolatrías. Los esparcí entre las naciones, anduvieron dispersos por los países; según su proceder, según sus acciones los sentencié. Cuando llegaron a las naciones donde se fueron, profanaron mi santo nombre; decían de ellos:

Estos son el pueblo del Señor, de su tierra han salido.

Sentí lástima de mi santo nombre, profanado por la casa de Israel en las naciones a las que se fue. Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el Señor: No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por vosotros, en las naciones a las que habéis ido. Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que soy yo el Señor —oráculo del Señor, cuando les haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra.

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.

Palabra de Dios



SALMO RESPONSORIAL

SALMO 41, 42

R.- COMO BUSCA LA CIERVA CORRIENTES DE AGUA, ASÍ MI ALMA TE BUSCA A TI, DIOS MÍO.

Tiene sed de Dios
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?.

Cómo marchaba a la cabeza del grupo
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.

Envía tu luz y tu verdad;
que ellos me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.



EPISTOLA

LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 6, 3-11

Hermanos:

Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a Él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha ido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado.

Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre Él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús Señor Nuestro.

Palabra de Dios


SALMO RESPONSORIAL

SALMO 117

R.- ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.

Dad gracias al señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré,
para contar las hazañas del Señor.

La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
Ha sido un milagro patente.


EVANGELIO

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 28, 1-10

En la madrugada del sábado. Al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose. Corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres:
Vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis." Mirad, os lo he anunciado."
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús, les salió al encuentro y les dijo:
Alegraos.
Ellos se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo:
No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.

Palabra del Señor.

viernes, 11 de abril de 2014

DOMINGO DE RAMOS PASION DEL SEÑOR

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MATEO 26, 14-27, 66

C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. -- ¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. -- ¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?
C. Él contestó
Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:

Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. -- ¿Soy yo acaso, Señor?»
C. Él respondió:
El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. -- ¿Soy yo acaso, Maestro?
C. Él respondió:
Tú lo has dicho.
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tornad, comed: esto es mi cuerpo.
C. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:
Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.
C. Entonces Jesús les dijo:
Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.
C. Pedro replicó:
S. -- Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.
C. Jesús le dijo:
Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
C . Pedro le replicó:
S. -- Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.
C.- Y lo mismo decían los demás discípulos.
C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.
C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse.
Entonces dijo:
Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.
C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil.
C. De nevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras.

Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. -- Al que yo bese, ése es; detenedlo.
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. -- ¡Salve, Maestro!
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ -- Amigo, ¿a qué vienes?
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote.
Jesús le dijo:
Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría enseguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
C. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello.
Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:
S. -- Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. -- ¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. -- Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.
C. Jesús le respondió:
Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
S.  Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?
C. Y ellos contestaron:
S. -- Es reo de muerte.
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:
S. -- Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?
C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:
S. --También tú andabas con Jesús el Galileo.
C. Él lo negó delante de todos, diciendo:
S. -- No sé qué quieres decir.
C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. -- Éste andaba con Jesús el Nazareno.
C. Otra vez negó él con juramento:
S. -- No conozco a ese hombre.
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:
S. -- Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:
S. -- No conozco a ese hombre.
C. Y enseguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
C. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador
C. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:
S. --He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.
C. Pero ellos dijeron:
S. --¿A nosotros qué? ¡Allá tú!
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. -- No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.»
C. Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. --¿Eres tú el rey de los judíos?
C. Jesús respondió:
Tú lo dices.
C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. -- ¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:
S. -- ¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. -- No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.
C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús.
El gobernador preguntó:
S. -- ¿A cuál de los dos queréis que os suelte?
C. Ellos dijeron:
S. -- A Barrabás.
C . Pilato les preguntó:
S. -- ¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?
C. Contestaron todos:
S. -- Qué lo crucifiquen.
C. Pilato insistió:
S. -- Pues, ¿qué mal ha hecho?
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. -- ¡Qué lo crucifiquen!
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:
S. -- Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!
C. Y el pueblo entero contestó:
S. -- ¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
C. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:
S. -- ¡Salve, rey de los judíos!
C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
C. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda.
C. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:
S. -- Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.
C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:
S. -- A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
C. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
Elí, Elí, lamá sabaktaní.
C. (Es decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)
C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
S. -- A Elías llama éste.
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber.
Los demás decían:
S. -- Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos.
El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:
S. -- Realmente éste era Hijo de Dios.
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos.
C. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro.
C. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. -- Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos. La última impostura sería peor que la primera.”
C. Pilato contestó:
S. --Ahí  tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.
C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.

Palabra del Señor.

viernes, 4 de abril de 2014

Carta Pastoral del Sr. Obispo con motivo de la cuaresma 2014

De la pagina web de nuestra diócesis (http://www.diocesisdejerez.org) tomamos la carta pastoral del Sr. Obispo para esta cuaresma de 2014


A todos los fieles diocesanos:

Un año más la Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma, tiempo de gracia y de escucha atenta de la Palabra de Vida. Cuaresma es tiempo de conversión, es camino a la Pascua. No es fin, sino medio para la celebración anual del Misterio de Cristo Resucitado.

La llamada a la conversión es el grito del corazón de Dios que llama a su amor. Es la mirada impaciente del corazón del Padre que espera al hijo pródigo. Es la cercanía providente del Buen Pastor que busca, acompaña y conduce a la oveja perdida. ¡Convertíos al amor desconocido, al amor perdido, al primer amor! ¡Convertíos y creed en el Evangelio!

Las Escrituras son el eco permanente del corazón de Dios que llama a su amor. Llamar a la conversión es parte esencial de la misión redentora de Cristo. Son muchos los textos bíblicos que nos hablan de la conversión.

La conversión planta cara al repliegue del corazón, cerrado sobre sí mismo. Perfora la cáscara del egoísmo, la corteza del orgullo, la máscara de la apariencia. Nos purifica para nacer a un corazón nuevo, que nos ayude a volver a empezar, confesando nuestra fe bautismal, renunciando a una vida sin Dios. Y para ello hay que perder el temor, aceptar la pobreza de nuestros afectos y llenarse del amor de Dios.

Reconocernos pecadores es el punto de partida. Ser conscientes de la necesidad de vivir en el amor de Dios, es la motivación que sostiene el dinamismo permanente de la conversión del peregrino de la fe, sediento de Dios. Vivir este proceso es urgencia de la vocación a la santidad.

La Cuaresma es también una ocasión propicia para vivir la fraternidad. Las prácticas penitenciales: ayuno, oración y limosna, nos asocian a la Cruz Redentora. El ayuno, la abstinencia y la limosna se orientan a la caridad al permitirnos, viviendo con mayor austeridad, compartir con quien pasa necesidad.

El ayuno y la limosna no tienen como fin un bienestar del cuerpo, que es capaz de privarse de alimentos para armonizar la dieta, sino asociarnos a la pobreza de Cristo que “libera y enriquece” y muestra su “confianza ilimitada en Dios Padre”. El Papa Francisco nos recuerda en su mensaje de Cuaresma que "El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Se trata de aprender a ensanchar el corazón, "que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir", dice el Papa.

Por ello hermanos, os animo a practicar las obras de caridad. No son “beaterías”: ayudar cuesta, porque exige nuestro tiempo y dinero, pero nadie, nunca, superará en nuestro interior el gozo de haber obrado el bien. Así de claro lo expresa el Papa Francisco: "Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele".

La Iglesia, como madre espiritual, nos recuerda las armas del combate: el ayuno y la abstinencia –porque “no sólo de pan vive el hombre” (Cf Lc 4,4); la penitencia –como mortificación de aquellas pasiones que nos dominan; la limosna para combatir la idolatría de la codicia (Col 3, 5); y la oración, sobre todo en su dimensión personal de intimidad con el Señor: “y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará” (Cf Mt 6,6).

Por último os invito a participar en las celebraciones litúrgicas –tan abundantes en este tiempo-, para expresar la comunión con toda la Iglesia que camina a la plenitud de la Pascua.

El día de San José, el 19 de Marzo, celebraremos el “Día del Seminario”. Os pido que participéis en su preparación y celebración y que, de forma especial, en esta cuaresma pidáis con insistencia al Señor que suscite en nuestra diócesis vocaciones a la vida sacerdotal y a la vida consagrada.

Que la Santísima Virgen María nos ayude a recorrer el itinerario cuaresmal unidos –como Ella- a su Hijo, el Señor, y a toda la Iglesia en este tiempo de gracia y salvación “hacia las fuentes de la vida eterna” (Cf Sal 23).

+ José Mazuelos Pérez

Obispo de Asidonia-Jerez

V Domingo de Cuaresma

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 11, 1-45
En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo:
Señor, tu amigo está enfermo.
Jesús, al oírlo, dijo:
Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos:
Vamos otra vez a Judea.
Los discípulos le replican:
Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí?
Jesús contestó:
¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz.
Dicho esto, añadió:
Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.»
Entonces le dijeron sus discípulos:
Señor, si duerme, se salvará.
Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño
natural.
Entonces Jesús les replicó claramente:
Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa.
Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos:
Vamos también nosotros y muramos con él.
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.
Jesús le dijo:
Tu hermano resucitará.
Marta respondió:
Sé que resucitará en la resurrección del último día.
Jesús le dice:
Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
Ella le contestó:
Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja:
El Maestro está ahí y te llama.
Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:
Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.
Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y, muy conmovido, preguntó:
¿Dónde lo habéis enterrado?
Le contestaron:
Señor, ven a verlo.
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
¡Cómo lo quería!
Pero algunos dijeron:
Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús:
Quitad la losa.
Marta, la hermana del muerto, le dice:
Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.
Jesús le dice:
¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.
Y dicho esto, gritó con voz potente:
Lázaro, ven afuera.
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
Desatadlo y dejadlo andar.
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Palabra del Señor