No te dejes engañar por las mentiras del mundo, escucha lo que Dios te dice, Él te mostrará lo que quiere para ti.
· Alimenta tu fe con la misa, un viajero necesita
saber su destino y su compañero: “Quien come mi cuerpo y bebe mi sangre vive
para siempre” (Jn 6, 54).
· Haz lo que está bien según Dios, no te dejes
llevar por tus caprichos o intereses. Deja que Dios te enseñe lo que es bueno.
· No te excedas en estos días, no se es más feliz
por tener más cosas; la felicidad la da el buen uso de lo que tenemos, no el
derroche ni el lujo.
· Encuentra un momento de silencio, en el silencio
oirás a Dios; detente y Él te hablará al corazón. En el silencio de la iglesia
o de tu habitación te verás con Él.
· Piensa en quién necesita que le entiendas o le
perdones. Si estás enfadado con alguien, rompe lo que os separa; si, al
contrario, otros se alejan de ti, no tengas miedo de pedir perdón y acercarte a
ellos.
Lee cada noche, un trozo de lo que Dios te dice. ¿Para qué sirve una mesa si no hay comida?, ¿para qué una joya valiosa si no se usa? La Biblia es la perla más bonita y no siempre la más querida en una casa cristiana.