sábado, 29 de marzo de 2014
Celebración Penitencial
El próximo viernes 11 (viernes de Dolores) tras la eucaristía de las 20:00 horas se llevará a cabo una celebración penitencial en la Parroquia en la cual se contará con los demás párrocos de la Iglesia del Carmen y del Divino Salvador.
IV Domingo de Cuaresma
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 9, 1-41
En
aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y
sus discípulos le preguntaron:
Maestro,
¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?
Jesús
contestó:
Ni
éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las
obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del
que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras
estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Dicho
esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en
los ojos al ciego y le dijo:
Ve
a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).
Él
fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes
solían verlo pedir limosna preguntaban:
¿No
es ése el que se sentaba a pedir?
Unos
decían:
El
mismo.
Otros
decían:
No
es él, pero se le parece.
Él
respondía:
Soy
yo.
Y
le preguntaban:
¿Y
cómo se te han abierto los ojos?
Él
contestó:
Ese
hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me
dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y
empecé a ver.
Le
preguntaron:
¿Dónde
está él?
Contestó:
No
sé.
Llevaron
ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que
Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le
preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él
les contestó:
Me
puso barro en los ojos, me lavé, y veo.
Algunos
de los fariseos comentaban:
Este
hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.
Otros
replicaban:
¿Cómo
puede un pecador hacer semejantes signos?
Y
estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
Y
tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?
Él
contestó:
Que
es un profeta.
Pero
los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había
recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:
¿Es
éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo
es que ahora ve?
Sus
padres contestaron:
Sabemos
que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no
lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros
tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede
explicarse.
Sus
padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque
los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien
reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: "Ya
es mayor, preguntádselo a él."
Llamaron
por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron:
Confiésalo
ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
Contestó
él:
Si
es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo. Le
preguntan de nuevo:
¿Qué
te hizo, cómo te abrió los ojos?
Les
contestó:
Os
lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis
oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos
suyos?
Ellos
lo llenaron de improperios y le dijeron:
Discípulo
de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés.
Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos
de dónde viene.
Replicó
él:
Pues
eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin
embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los
pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó
decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste
no viniera de Dios, no tendría ningún poder.
Le
replicaron:
Empecatado
naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?
Y
lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y
le dijo:
¿Crees
tú en el Hijo del hombre?»
Él
contestó:
¿Y
quién es, Señor, para que crea en él?
Jesús
le dijo:
Lo
estás viendo: el que te está hablando, ése es.
Él
dijo:
Creo,
Señor.
Y
se postró ante él.
Jesús
añadió:
Para
un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven vean, y
los que ven queden ciegos.
Los
fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:
¿También
nosotros estamos ciegos?
Jesús
les contestó:
Si
estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis,
vuestro pecado persiste.
Palabra
del Señor.
viernes, 21 de marzo de 2014
III Domingo de Cuaresma
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 4, 5-42
En
aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaría llamado Sicar,
cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el
manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado
junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de
Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:
Dame
de beber.
(Sus
discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.)
La
samaritana le dice:
¿Cómo
tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?
(Porque
los judíos no se tratan con los samaritanos.)
Jesús
le contestó:
Si
conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le
pedirías tú, y él te daría agua viva.
La
mujer le dice:
Señor,
si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua
viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este
pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?
Jesús
le contestó:
El
que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua
que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se
convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la
vida eterna.
La
mujer le dice:
Señor,
dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a
sacarla.
Él
le dice:
Anda,
llama a tu marido y vuelve.
La
mujer le contesta:
No
tengo marido.
Jesús
le dice:
Tienes
razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no
es tu marido. En eso has dicho la verdad.
La
mujer le dice:
Señor,
veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este
monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está
en Jerusalén.
Jesús
le dice:
Créeme,
mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén
daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis;
nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de
los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que
quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad,
porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los
que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.
La
mujer le dice:
Sé
que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá
todo.
Jesús
le dice:
Soy
yo, el que habla contigo.
En
esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera
hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: "¿Qué le
preguntas o de qué le hablas?" La mujer entonces dejó su
cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:
Venid
a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será éste
el Mesías?
Salieron
del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras tanto
sus discípulos le insistían:
Maestro,
come.
Él
les dijo:
o
tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis.
Los
discípulos comentaban entre ellos:
¿Le
habrá traído alguien de comer?
Jesús
les dice:
Mi
alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término
su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para
la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los
campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está
recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así,
se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el
proverbio: Uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no
habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros recogéis el fruto de sus
sudores.
En
aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que
había dado la mujer:
Me
ha dicho todo lo que he hecho.
Así,
cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara
con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más
por su predicación, y decían a la mujer:
Ya
no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y
sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.
Palabra
del Señor.
jueves, 20 de marzo de 2014
Convivencia de Cuaresma
El próximo Domingo día 23 la Parroquia de Ntra. Sra. del Mar llevará a cabo una convivencia cuaresmal desde las 12:30 en el colegio de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro (las salesianas).
El programa de la convivencia será:
12:30 - 13:00 Recepción
13:00 - 13:20 Rezo
13:30 - 14:00 Catequesis
14:15 - 14:30 Reflexión
15:00 Ágape (a compartir)
Los mas pequeños disfrutaran de la película "El gran milagro"
Animamos a todos a participar. Os esperamos.
El programa de la convivencia será:
12:30 - 13:00 Recepción
13:00 - 13:20 Rezo
13:30 - 14:00 Catequesis
14:15 - 14:30 Reflexión
15:00 Ágape (a compartir)
Los mas pequeños disfrutaran de la película "El gran milagro"
Animamos a todos a participar. Os esperamos.
viernes, 14 de marzo de 2014
II Domingo de Cuaresma
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 17, 1-9
En aquel
tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los
llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro
resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se
les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro,
entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
Señor, ¡qué
hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para
Moisés y otra para Elías.
Todavía
estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz
desde la nube decía:
Éste es mi
Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.
Al oírlo,
los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y,
tocándolos, les dijo:
Levantaos,
no temáis.
Al alzar los
ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando
bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
No contéis a
nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.
Palabra del
Señor.
viernes, 7 de marzo de 2014
Mensaje del Papa para la Cuaresma
MENSAJE
DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2014
PARA LA CUARESMA 2014
Se
hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cfr. 2 Cor 8, 9)
Queridos hermanos y
hermanas:
Con ocasión de la Cuaresma os
propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y
comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de san Pablo: «Pues
conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo
pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los
cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de
Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas
palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la
pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?
La gracia de Cristo
Ante todo, nos dicen cuál es el
estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo,
sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por
vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y
gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de
nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la
encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es
gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse
por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la
suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros
y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con
manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre,
amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente
uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc.
Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).
La finalidad de Jesús al hacerse
pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice san Pablo— «...para
enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una
expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de
Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo
caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da
parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor
de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace
bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia,
conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre
nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el
camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra
miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de
la riqueza de Cristo, sino por
medio de su pobreza.
Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb 1, 2).
¿Qué es, pues, esta pobreza con
la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de
estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que
todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da
verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno
de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de
Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con
nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia
infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús
es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento,
buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un
niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de
su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con
el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos
invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica
pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y
fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano
Primogénito (cfr Rom 8, 29).
Se ha dicho que la única
verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay
una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.
Nuestro testimonio
Podríamos pensar que este
“camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos
después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es
así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y
salvando el mundo mediante la
pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra
y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar
a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra
pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.
A imitación de nuestro Maestro,
los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a
tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de
aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la
pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres
tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria
espiritual. La miseria
material es la que
habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no
es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los
bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones
higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural.
Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las
necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En
los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los
pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros
esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las
violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en
tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero
se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa
de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la
justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.
No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en
convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven
angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia
del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido
el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han
perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria
por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva
de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de
los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien
podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es
causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos
golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no
necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos
bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es
el único que verdaderamente salva y libera.
El Evangelio es el verdadero
antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está
llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido,
que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y
que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita
a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es
hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el
tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar
esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir
e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor
con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con
valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.
Queridos hermanos y hermanas,
que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a
la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y
espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del
Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos
hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos
enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y
nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y
enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza
duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de
la limosna que no cuesta y no duele.
Que el Espíritu Santo, gracias
al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados,
pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6,
10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la
responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y
agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración por todos los
creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino
cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os
guarde.
Vaticano, 26 de diciembre
de 2013
Fiesta de San Esteban,
diácono y protomártir
FRANCISCO
I Domingo de Cuaresma
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 4, 1-11
En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser
tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta
noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo:
Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
Pero él le contestó, diciendo:
Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios."
Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del
templo y le dice:
Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Encargará a
los ángeles que cuiden de ti, y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no
tropiece con las piedras."
Jesús le dijo:
También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios."
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los
reinos del mundo y su gloria, le dijo:
Todo esto te daré, si te postras y me adoras.
Entonces le dijo Jesús:
Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y
a él solo darás culto."
Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían
Palabra del Señor.
jueves, 6 de marzo de 2014
Programa de las Jornadas de Católicos y Vida Pública
17:15 h. Recepción
17:40 h. Inauguración y Oración
D. Antonio Rendón-Luna y de Dueñas, Secretario General de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).
D. Andrés Ramos Castro, Viceconsiliario Nacional de la ACdP.
D. Manuel Gómez Ruiz, Secretario del Centro de la ACdP de Jerez.
18:00 h. Conferencia
"LA DIGNIDAD HUMANA"
Relación entre persona, naturaleza y cultura
PONENTE:
D.ª Blanca Castilla de Cortázar, Doctora en Filosofía y Teología. Profesora de Antropología. De la Real Academia de Doctores de España.
PRESENTA:
D.ª Consuelo García-Angulo, Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales. Consejera Nacional de la ACdP.
19:00 h. Descanso
19:30 h. Mesa. Debate
"PELIGROS DE UNA DIGNIDAD MALENTENDIDA"
MODERA:
D. Gaspar Garrote Cuevas, Médico. Vicesecretario del Centro de la ACdP de Jerez.
PARTICIPANTES:
D. Francisco Mateos González, Abogado.
D.ª Begoña Huerta Gómez de Merodio, Presidenta de la Asociación REDMADRE CÁDIZ.
Sábado, 8 de marzo
10:45 h. Conferencia"CÓMO RECONSTRUIR AL HOMBRE DE HOY DESDE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN"
PONENTE:
D. Alex Rosal, Periodista. Editor. Director de Religión en Libertad.
PRESENTA:
D. Javier Jiménez López de Eguileta, Licenciado en Historia. Socio de la ACdP de Jerez.
11:45 h. Descanso
12:30 h. Mesa. Debate
"ROSTROS DE LA DIGNIDAD"
MODERA:
D.ª María Fernanda de Paz Vera, Licenciada en Ciencias Religiosas. Socia de la ACdP de Jerez.
PONENTES:
D. Isidoro Macías Martin, Hermano Franciscano de Cruz Blanca ("Padre Patera").
D. Juan Villarreal Panadero, Licenciado en Filosofía y Letras. Pastoral Penitenciaria de la diócesis Asidonia-Jerez.
17:00 h. Conferencia
17:00 h. Conferencia
para mayor información: http://www.acdp.es/ix-jornadas-catolicos-y-vida-publica-de-jerez-de-la-frontera/
sábado, 1 de marzo de 2014
VIII Domingo del tiempo ordinario
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 6, 24-34
En
aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
“Nadie
puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y
querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará
caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os
digo: no estéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer, ni
por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la
vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros:
ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo vuestro Padre
celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién
de vosotros, a fuerza de agobiarse, podría añadir una hora al
tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos
cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan, ni hilan. Y os digo
que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos.
Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en
el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros,
gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o
qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan
por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad
de todo eso. Sobre todo buscad el Reino de Dios y su justicia; lo
demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el
mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le
bastan sus disgustos.”
Palabra
del Señor.
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