viernes, 27 de abril de 2012
IV Domingo de Pascua
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 10, 11-18
Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y los dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. Este mandato he recibido de mi Padre.
Palabra del Señor.
viernes, 20 de abril de 2012
III Domingo de Pascua
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 23, 35-48
En aquel tiempo contaban los discípulos lo que les había acontecido en el camino y como reconocieron a Jesús en el partir el pan. Mientras hablaba; se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo:
Paz a vosotros.
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. El les dijo:
¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
¿Tenéis ahí algo que comer?
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. El lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.
Palabra del Señor
viernes, 13 de abril de 2012
II Domingo de Pascua
Lectura del Santo Evangelio
según San Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el
día primero de la semana, estaban los discipulos en una casa con las puertas
cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les
dijo:
Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó
las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al
Señor. Jesús repitió:
Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también
os envío yo.
Y dicho esto exhalo su
aliento sobre ello y les dijo:
Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce,
llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros
discípulos le decían: Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó: Si no
veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de
los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
A los ocho días estaban otra
vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las
puertas, se puso en medio y dijo:
Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás:
Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela
en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás: ¡Señor mío y
Dios mío!.
Jesús le dijo:
¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que
crean sin haber visto.
Muchos otros signos que no
están escritos en este libro hizo Jesús a l a vista de los discípulos. Estos se
han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para
que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.
Palabra del Señor.
sábado, 7 de abril de 2012
Una noche feliz: la vida venció a la muerte
San Asterio fue obispo de Amasea en el Ponto. Antes de ser consagrado obispo, entre los años 380 y 390, fue abogado. Destacó entre los doctores de la Iglesia del siglo IV. Los escritos existentes de Asterio son veintidós homilías de contenido bíblico y panegírico sobre los mártires, los que se conservan, demuestran su formación retórica y su familiaridad con los clásicos. El discurso 11, Sobre el martirio de Santa Eufemia, es importante para la historia del arte. Asterio describe una pintura del martirio de esta Santa y la compara con las obras de Eufranor y Timómaco.
Hoy en especial destacamos el siguiente alusivo a la noche Santa del sábado.
Una noche felíz: la vida venció a la muerte
¡Que maravilla! El infierno tragó a Jesucristo, nuestro Maestro, pero no lo devoró. El león se tragó el cordero, pero la náusea lo atormentó. La muerte se tragó la vida, y ahogada por la naúsea, vomitó su bocado. El gigante no pudo llevarse a Cristo muerto. El gigante tuvo miedo ante un muerto. Luchaba con un viviente, y el nuestro lo venció y lo abatió. Si el diablo hubiese sido anulado por un ser viviente, podría decir: "No he podido vencer a Dios"; pero luchó contra un vivo y quien lo derrotó fué un muerto; ahora no tiene disculpa.
Una sola semilla se sembró y el mundo entero fue alimentado.
Fue inmolado como hombre y volvió a la vida como un Dios que da la vida a la tierra. Se abrió como una ostra y así, como lo sería una perla, es el adorno de la Iglesia. Fue degollado como un cordero, y como un pastor dispersó el escuadrón de los demonios, con el leño en la cruz, y como el sol se levantó de la tumba. Hemos visto como sucedieron dos prodigios: el día se oscureció cuando Cristo fue crucificado y con su resurrección la noche brilló tanto como el día. ¿Porqué se oscurece el cielo? Porque estaba escrito: "E hizo de las tinieblas un velo a su alrededor" ¿Por qué brilló la noche tanto como el día? Porque dijo el profeta: "Ni siquiera las tinieblas son bastantes oscuras para ti y la noche resplandece como el día".
¡Oh noche más clara que el día! Oh, noche mas luminosa que el sol! ¡Oh, noche mas blanca que la nieve, mas brillante que nuestras antorchas, más dulce que el Paraíso!.
¡Oh noche que no conoces las tinieblas, tú rompes todo sueño y haces que velemos por los ángeles!. ¡Oh noche, de terror de los demonios, noche pascual, esperada durante todo el año!.
¡Noche de bodas de la Iglesia que hace nacer a lo nuevos bautizados y despoja al demonio confundido! ¡Noche en la cual la heredera introduce a los herederos en la eternidad! "Que será por siempre para los herederos".
Sábado Santo
"Durante el Sábado santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, y se abstiene del sacrificio de la Misa, quedando por ello desnudo el altar hasta que, después de la solemne vigilia o expectación nocturna de la resurrección, se inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días pascuales. En este día no puede distribuirse la Sagrada Comunión, a no ser en caso de viático". (Misal Romano)
viernes, 6 de abril de 2012
Vigilia Pascual
PRIMERA
LECTURA
LECTURA
DEL LIBRO DEL GÉNESIS 1,1-2,2
Al
principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos
informe; sobre la faz del Abismo, la tiniebla. Y el Aliento de Dios
se cernía sobre la faz de las aguas.
Y
dijo Dios: Qué exista la luz. Y la luz existió. Y vio Dios que la
luz era buena. Y separó Dios la luz de las tinieblas: llamó Dios a
la luz "Día"; a las tinieblas "Noche"; pasó una
tarde, pasó una mañana: el día primero.
Y
dijo Dios: Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas
de aguas: E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la
bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y así fue. Y llamó
Dios a la bóveda "Cielo". —Pasó una tarde, pasó una
mañana: el día segundo.
Y
dijo Dios: Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo
sitio, y que aparezcan los continentes. Y así fue. Y llamó Dios a
los continentes "Tierra" y a la masa de las aguas la llamó
"Mar". Y vio Dios que era bueno.
Y
dijo Dios: Verdee la tierra hierba verde, que engendren semillas y
árboles frutales que den fruto según su especie, y que lleven
semilla sobre la tierra. Y así fue. La tierra brotó hierba verde
que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto
y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. —Pasó
una tarde, pasó una mañana: el día tercero.
Y
dijo Dios: Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para
separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y
los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo para dar luz
sobre la tierra. Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la
lumbrera mayor para regir el día, y la lumbrera menor para regir la
noche; y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo para
dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar
la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno. -Pasó una tarde,
pasó una mañana: el día cuarto.
Y
dijo Dios: pululen las aguas un pulular viviente, y pájaros vuelen
sobre la tierra frente a la bóveda del cielo. Y creó Dios los
cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hace pulular
según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio
Dios que era bueno. Y Dios los bendijo diciendo: Creced,
multiplicaos, llenad las aguas del mar, que las aves se multipliquen
en la tierra. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.
Y
dijo Dios: Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales
domésticos, reptiles y fieras según sus especies, los animales
domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies. Y
vio Dios que era bueno.
Y
dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine
los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los
reptiles de la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen
de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les
dijo: Creced y multiplicáos, llenad la tierra y sometedla; dominad
los peces de mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven
sobre la tierra.
Y
dijo Dios: Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla
sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que
engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de
la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la
tierra. A todo ser que respira, la hierba verde les servirá de
alimento. Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy
bueno.
Pasó
una tarde, pasó una mañana: el día sexto. Quedaron concluidos el
cielo y la tierra y sus ejércitos. Y concluyó Dios para el día
séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día
séptimo de todo el trabajo que había hecho.
Palabra
de Dios
SALMO
RESPONSORIAL
SALMO
103
R.-
ENVÍA TU ESPÍRITU, SEÑOR, Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA
Bendice,
alma mía, al Señor,
Dios
mío, qué grande eres!
Te
vistes de belleza y majestad,
la
luz te envuelve como un manto.
Asentaste
la tierra sobre tus cimientos,
y
no vacilará jamás;
la
cubriste con el manto del océano,
y
las aguas se posaron sobre las montañas.
De
los manantiales sacas los ríos
para
que fluyan entre los montes,
junto
a ellos habitan las aves del cielo
y
entre frondas se oye su canto.
Desde
tu morada riegas los montes,
y
la tierra se sacia de tu acción fecunda;
haces
brotar hierba para los ganados
y
forrajes para los que sirven al hombre.
¡Cuántas
son tus obras Señor!,
y
todas las hiciste con sabidurías,
la
tierra está llena de tus criaturas.
¡Bendice,
alma mía, al Señor!.
SEGUNDA
LECTURA
LECTURA
DEL LIBO DEL GÉNESIS 22,1-18
En
aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán llamándole:
¡Abrahán!
Él
respondió: Aquí me tienes.
Dios
le dijo: Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al
país de Moría y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los
montes que yo te indicaré.
Abrahán
madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su
hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar
que le había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los
ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados:
"Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá
para adorar y después volveremos con vosotros."
Abrahán
tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él
llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo
a Abrahán, su padre: "Padre" Él respondió: "Aquí
estoy, hijo mío." El muchacho dijo: "Tenemos fuego y leña,
pero ¿dónde está el cordero para el sacrificio?" Abrahán
contestó: "Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo
mío."
Y
siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que le había
dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego
ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el
ángel del Señor le gritó desde el cielo:
¡Abrahán,
Abrahán!
Él
contestó: Aquí me tienes.
El
ángel le ordenó: No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas
nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu
hijo, tu único hijo.
Abrahán
levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la
maleza. Se acercó, Tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en
lugar de su hijo. Abrahán llamó aquel sitio "El Señor ve",
por lo que se dice aún hoy "El monte del Señor ve".
El
ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo:
Juro
por mí mismo -oráculo del Señor-: por haber hecho esto, por no
haberte reservado tu hijo, tu único hijo, te bendeciré,
multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como
la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de
las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con
tu descendencia, porque me has obedecido.
Palabra
de Dios
SALMO
RESPONSORIAL
SALMO
15
R.-
PROTÉGEME, DIOS MÍO, QUE ME REFUGIO EN TI
El
Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi
suerte está en tu mano.
Tengo
siempre presente al Señor,
con
él a mi derecha no vacilaré.
Por
eso se me alegra el corazón,
se
gozan mis entrañas,
y
mi carne descansa serena:
porque
no me entregarás a la muerte
ni
dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me
enseñarás el sendero de la vida,
me
saciarás de gozo en tu presencia,
de
alegría perpetua en tu derecha.
TERCERA
LECTURA
LECTURA
DEL LIBRO DEL ÉXODO 14, 15-15,1
En
aquellos días dijo el Señor a Moisés:
¿Por
qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en
marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y
divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie
enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que
los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y todo su
ejército, de sus carros y de los guerreros.
Se
puso en marcha, el ángel del Señor, que iba al frente del ejército
de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de
delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre
el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La
nube era tenebrosa y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos
pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y
el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del Este
que secó el mar y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron
en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban
muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su
persecución, entrando tras ellos en medio del mar todos los caballos
del Faraón y los carros con sus guerreros.
Mientras
velaban al amanecer, miró el Señor el campamento egipcio desde la
columna de fuego y nube sembró el pánico en el campamento egipcio.
Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente. Y
dijo Egipto: “Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor
contra Egipto.”
Dijo
el Señor a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar y vuelvan las
aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.
Y
extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar
a su curso de siempre. Los egipcios huyendo iban a su encuentro y el
Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las
aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del
Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por el seco en medio del mar; las
aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel
día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a
los egipcios muertos, en la orilla del mar: Israel vio la mano grande
del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor
y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los
hijos de Israel cantaron este canto al Señor.
Palabra
de Dios
SALMO
RESPONSORIAL
SALMO
Ex 15, 1-6, 17-18
R.-
CANTARÉ AL SEÑOR, SUBLIME ES SU VICTORIA.
Cantaremos
al Señor, sublime es su victoria:
caballos
y carros ha arrojado en el mar.
Mi
fuerza y mi poder es el Señor, él es mi salvación.
Él
es mi Dios: yo lo alabaré;
el
Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El
Señor es un guerrero,
su
nombre es el Señor.
Los
carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó
en el Mar Rojo a sus mejores capitanes.
Las
olas los cubrieron,
bajaron
hasta el fondo como piedras.
Tu
diestra, Señor, es fuerte y terrible,
tu
diestra, Señor, tritura al enemigo.
Los
introduces y los plantas en el monte de tu heredad,
lugar
del que hiciste tu trono, Señor;
santuario,
Señor, que fundaron tus manos.
El
Señor reina por siempre jamás.
CUARTA
LECTURA
LECTURA
DEL LIBRO DE ISAÍAS 54, 5-14
El
que te hizo te tomará por esposa: su nombre es el Señor de los
Ejércitos, Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda
la tierra. Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el
Señor; como a esposa de juventud, repudiada -dice tu Dios. Por un
instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré. En un
arrebato de ira te escondí un instante mi rostro, pero con
misericordia eterna te quiero -dice el Señor, tu Redentor.
Me
sucede como en tiempo de Noé: Juré que las aguas del diluvio no
volverían a cubrir la tierra; así juro no airarme contra ti ni
amenazarte. Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se
retirará de ti mi misericordia ni mi alianza de paz vacilará -dice
el Señor, que te quiere.
¡Oh,
afligida zarandeada, desconsolada! Mira, yo mismo coloco tus piedras
sobre azabaches, tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de
rubí, y puertas de esmeralda, y murallas de piedras preciosas. Tus
hijos serán discípulos del Señor, tendrán gran paz tus hijos.
Tendrás firme asiento en la justicia. Estarás lejos de la opresión,
y no tendrás que temer, y lejos del terror, que no se acercará.
Palabra
de Dios
SALMO
RESPONSORIAL
SALMO
29
R.-
TE ENSALZARÉ, SEÑOR, PORQUE ME HAS LIBRADO
Te
ensalzaré, Señor, porque me has librado
y
no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor,
sacaste mi vida del abismo,
me
hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Tañed
para el Señor, fieles suyos,
dad
gracias a su nombre santo;
su
cólera dura un instante, su bondad de por vida;
al
atardecer nos visita el llanto,
por
la mañana, el júbilo.
Escucha,
Señor y ten piedad de mí,
Señor,
socórreme.
Cambiaste
mi luto en danzas.
Señor,
Dios mío, te daré gracias por siempre.
QUINTA
LECTURA
LECTURA
DEL LIBRO DE ISAÍAS 55. 1-11
Así
dice el Señor:
Oíd,
sedientos todos, acudid todos por agua, también los que no tenéis
dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde.
¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta y salario en lo que
no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis
platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme y
viviréis.
Sellaré
con vosotros la alianza perfecta, la promesa que aseguré a David: a
él lo hice mi testigo para los pueblos, caudillo y soberano de
naciones; tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te
conocía correrá hacia ti; por el Señor, por tu dios, por el santo
de Israel que te honrra.
Buscad
al señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca;
que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que
regrese al señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico
en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no
son mis caminos —Oráculo del Señor.
Como
el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que
los vuestros, mis planes, que vuestros planes.
Como
bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino
después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para
que dé semilla al sembrador y pan al que come; así será mi
Palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará
mi voluntad, y cumplirá mi encargo.
Palabra
de Dios
SALMO
RESPONSORIAL
SALMO
Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6
R.-
SACARÉIS AGUA CON GOZO DE LAS FUENTES DE LA SALVACIÓN
El
Señor es mi Dios y mi Salvador:
confiaré
y no temeré,
porque
mi fuerza y mi poder es el Señor,
Él
fue mi salvación.
Dad
gracias al Señor,
invocad
su nombre,
contad
a los pueblos sus hazañas,
proclamad
que su nombre es excelso.
Tañed
para el señor que hizo proezas,
anunciadlas
a toda la tierra;
gritad
jubilosos, habitantes de Sión.
“Qué
grande es en medio de ti el Santo de Israel”.
SEXTA
LECTURA
LECTURA
DEL LIBRO DE BARUC 3, 9-15. 32—4, 4
Escucha,
Israel, mandatos de vida, presta oído para aprender prudencia.
¿A
qué se debe, Israel, que estés aún en el país enemigo, que
envejezcas en tierras extranjeras, que estés impuro entre los
muertos, que te cuenten con los habitantes del Abismo? Es que
abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido el camino
de Dios, habitarías en paz para siempre. Aprende dónde encuentra la
prudencia, el valor y la inteligencia, así aprenderás dónde se
encuentra la vida larga, la luz de los ojos y la paz.
¿Quién
encontró su puesto o entró en sus almacenes? El que todo lo sabe la
conoce, la examina y la penetra. El que creó la tierra para siempre
y la llenó de animales cuadrúpedos; el que manda a la luz, y ella
va, y le obedece temblando; a los astros, que velan gozosos en sus
puestos de guardia los llama y responden: “Presentes” y brillan
gozosos para su Creador.
Él
es nuestro Dios y no hay otro frente a Él: investigó el camino del
saber y se lo dio a su hijo Jacob, a su amado, Israel. Después
apareció en el mundo y vivió entre los hombres. Es el libro de los
mandatos de Dios, la ley de la validez eterna: los que guardan,
vivirán, los que abandonan, morirán. Vuélvete, Jacob, a recibirla,
camina a la claridad de su resplandor; no entregues a otros tu gloria
ni tu dignidad a un pueblo extranjero. ¡Dichosos nosotros, Israel,
que conocemos lo que agrada al Señor!
Palabra
de Dios
SALMO
RESPONSORIAL
SALMO
18
R.-
SEÑOR, TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA
La
Ley del Señor es perfecta
y
es descanso del alma;
el
precepto del Señor es fiel
e
instruye al ignorante.
Los
mandatos del Señor son rectos
y
alegran el corazón;
la
norma del señor es límpida
y
da luz a los ojos.
La
voluntad del Señor es pura
y
eternamente estable;
los
mandamientos del Señor son verdaderos
y
eternamente justos.
Más
precioso que el oro,
más
que el oro fino;
más
dulces que la miel
de
un panal que destila.
SÉPTIMA
LECTURA
LECTURA
DEL LIBRO DE EZEQUIEL 36, 16-28
Me
vino esta Palabra del Señor: Cuando la casa de Israel habitaba en su
tierra, la profanó con su conducta, con sus acciones, como sangre
inmunda fue su proceder ante mí. Entonces derramé mi cólera sobre
ellos, por la sangre que habían derramado en el país, por haberlo
profanado con sus idolatrías. Los esparcí entre las naciones,
anduvieron dispersos por los países; según su proceder, según sus
acciones los sentencié. Cuando llegaron a las naciones donde se
fueron, profanaron mi santo nombre; decían de ellos:
Estos
son el pueblo del Señor, de su tierra han salido.
Sentí
lástima de mi santo nombre, profanado por la casa de Israel en las
naciones a las que se fue. Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice
el Señor: No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo
nombre, profanado por vosotros, en las naciones a las que habéis
ido. Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los
gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y
conocerán los gentiles que soy yo el Señor —oráculo del Señor
—, cuando les haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de
entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a
vuestra tierra.
Derramaré
sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras
inmundicias e idolatrías os he de purificar; arrancaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os
infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos,
y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra
que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré
vuestro Dios.
Palabra
de Dios
SALMO
RESPONSORIAL
SALMO
41, 42
R.-
COMO BUSCA LA CIERVA CORRIENTES DE AGUA, ASÍ MI ALMA TE BUSCA A TI,
DIOS MÍO.
Tiene
sed de Dios
del
Dios vivo:
¿cuándo
entraré a ver
el
rostro de Dios?.
Cómo
marchaba a la cabeza del grupo
hacia
la casa de Dios,
entre
cantos de júbilo y alabanza,
en
el bullicio de la fiesta.
Envía
tu luz y tu verdad;
que
ellos me guíen
y
me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta
tu morada.
Que
yo me acerque al altar de Dios,
al
Dios de mi alegría;
que
te dé gracias al son de la cítara,
Dios,
Dios mío.
EPISTOLA
LECTURA
DE LA CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 6, 3-11
Hermanos:
Los
que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a
su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte,
para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la
gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Porque, si nuestra existencia está unida a Él en una muerte como la
suya, lo estará también en una resurrección como la suya.
Comprendamos que nuestra vieja condición ha ido crucificada con
Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores y
nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha
quedado absuelto del pecado.
Por
tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con
Él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los
muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre Él.
Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su
vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos
al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús Señor Nuestro.
Palabra
de Dios
SALMO
RESPONSORIAL
SALMO
117
R.-
ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA.
Dad
gracias al señor porque es bueno,
porque
es eterna su misericordia.
Diga
la casa de Israel:
eterna
es su misericordia.
La
diestra del Señor es poderosa,
la
diestra del Señor es excelsa.
No
he de morir, viviré,
para
contar las hazañas del Señor.
La
piedra que desecharon los arquitectos,
es
ahora la piedra angular.
Es
el Señor quien lo ha hecho,
Ha
sido un milagro patente.
EVANGELIO
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS 16, 1-7
Pasado
el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé.
Compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el
primer día de la Semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se
decían unas a otras:
Quién
nos correrá la piedra a la entrada del sepulcro.
Al
mirar vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande.
Entraron al sepulcro y vieron un joven sentado a la derecha, vestido
de blanco. Y se asustaron. Él les dijo:
No
os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No
está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde le pusieron. Ahora
id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va por delante de
vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo.
Palabra
del Señor
Viernes Santo. Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
Evangelio según San Juan 18,1-40.19,1-42.
Después de haber dicho esto, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos.
Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia.
Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: "¿A quién buscan?".
Le respondieron: "A Jesús, el Nazareno". El les dijo: "Soy yo". Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos.
Cuando Jesús les dijo: "Soy yo", ellos retrocedieron y cayeron en tierra.
Les preguntó nuevamente: "¿A quién buscan?". Le dijeron: "A Jesús, el Nazareno".
Jesús repitió: "Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejEn que estos se vayan".
Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste".
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.
Jesús dijo a Simón Pedro: "Envaina tu espada. ¿ Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?".
El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron.
Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año.
Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo".
Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice,
mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro.
La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?". El le respondió: "No lo soy".
Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.
El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.
Jesús le respondió: "He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.
¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho".
Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: "¿Así respondes al Sumo Sacerdote?".
Jesús le respondió: "Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?".
Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás.
Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?". El lo negó y dijo: "No lo soy".
Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: "¿Acaso no te vi con él en la huerta?".
Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.
Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua.
Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?". Ellos respondieron:
"Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado".
Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie".
Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir.
Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?".
Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?".
Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?".
Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".
Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".
Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?". Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo.
Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?".
Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!". Barrabás era un bandido.
Pilato mandó entonces azotar a Jesús.
Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo,
y acercándose, le decían: "¡Salud, rey de los judíos!", y lo abofeteaban.
Pilato volvió a salir y les dijo: "Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena".
Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto rojo. Pilato les dijo: "¡Aquí tienen al hombre!".
Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo".
Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios".
Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía.
Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres tú?". Pero Jesús no le respondió nada.
Pilato le dijo: "¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?".
Jesús le respondió: " Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave".
Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César".
Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en hebreo, "Gábata".
Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: "Aquí tienen a su rey".
Ellos vociferaban: "¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿Voy a crucificar a su rey?". Los sumos sacerdotes respondieron: "No tenemos otro rey que el César".
Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron.
Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo "Gólgota".
Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio.
Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner sobre la cruz.
Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego.
Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas: 'El rey de los judíos', sino: 'Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos'.
Pilato respondió: "Lo escrito, escrito está".
Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo,
se dijeron entre sí: "No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca". Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed.
Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.
Después de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.
Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús.
Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas,
sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean.
Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos.
Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús -pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo.
Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos.
Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos.
En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado.
Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Después de haber dicho esto, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos.
Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia.
Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: "¿A quién buscan?".
Le respondieron: "A Jesús, el Nazareno". El les dijo: "Soy yo". Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos.
Cuando Jesús les dijo: "Soy yo", ellos retrocedieron y cayeron en tierra.
Les preguntó nuevamente: "¿A quién buscan?". Le dijeron: "A Jesús, el Nazareno".
Jesús repitió: "Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejEn que estos se vayan".
Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste".
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.
Jesús dijo a Simón Pedro: "Envaina tu espada. ¿ Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?".
El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron.
Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año.
Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo".
Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice,
mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro.
La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?". El le respondió: "No lo soy".
Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.
El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.
Jesús le respondió: "He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.
¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho".
Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: "¿Así respondes al Sumo Sacerdote?".
Jesús le respondió: "Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?".
Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás.
Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?". El lo negó y dijo: "No lo soy".
Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: "¿Acaso no te vi con él en la huerta?".
Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.
Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua.
Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?". Ellos respondieron:
"Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado".
Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie".
Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir.
Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?".
Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?".
Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?".
Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí".
Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".
Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?". Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo.
Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?".
Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!". Barrabás era un bandido.
Pilato mandó entonces azotar a Jesús.
Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo,
y acercándose, le decían: "¡Salud, rey de los judíos!", y lo abofeteaban.
Pilato volvió a salir y les dijo: "Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena".
Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto rojo. Pilato les dijo: "¡Aquí tienen al hombre!".
Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo".
Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios".
Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía.
Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres tú?". Pero Jesús no le respondió nada.
Pilato le dijo: "¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?".
Jesús le respondió: " Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave".
Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César".
Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en hebreo, "Gábata".
Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: "Aquí tienen a su rey".
Ellos vociferaban: "¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿Voy a crucificar a su rey?". Los sumos sacerdotes respondieron: "No tenemos otro rey que el César".
Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron.
Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo "Gólgota".
Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio.
Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner sobre la cruz.
Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego.
Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas: 'El rey de los judíos', sino: 'Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos'.
Pilato respondió: "Lo escrito, escrito está".
Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo,
se dijeron entre sí: "No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca". Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed.
Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.
Después de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.
Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús.
Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas,
sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean.
Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos.
Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús -pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo.
Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos.
Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos.
En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado.
Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
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